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De cero a mil

lunes, 11 de marzo de 2013

El cero

Lectores,

No pretendo aburriros demasiado con una larga presentación del panorama de mi vida en la actualidad. Prefiero que podáis descubrirla poco a poco, en mi día a día. Pero considero necesario, plasmar una breve imagen.



El cero

Por dónde empezar, no quiero enrrollarme, además, el cero no es el protagonista de este blog si no mi viaje hasta el mil.

Acabo de cumplir 30 años, exactamente hace una semana. Gracias, por si me acabáis de felicitar. El contaros cómo transcurrió el día de mi cumpleaños creo que será la manera perfecta de haceros un esbozo del cero.

El día anterior a mi cumpleaños, un sábado, pasé la mañana en casa de mis padres, lugar donde habito ahora. La mañana transcurrió sin altercados entre el alcohólico demente, la agresiva-pasiva castradora, la anoréxica a los cuarenta y yo (todos vivimos ahora en la misma casa). La histeria habitual. Mi novio dormía en casa de su madre, lugar donde él habita, toda la mañana, como es habitual.

Por la tarde conseguí escaparme al barrio, así es como mi novio y sus amigos denominan la zona donde residen y suelen moverse. Mi novio y yo habíamos hablado durante las dos últimas semanas así:

- Faltan dos semanas para mi cumpleaños! Madre mía, cumplo 30! Es algo especial, cambio de década y etapa.
- Y qué quieres que te regale?
- No hay nada en especial, lo que tú quieras. Sonriendo y albergando la esperanza de abrir un regalo sin saber qué contiene el envoltorio.
- Pues dime lo que quieres, yo no sé qué comprarte.
- Que sea sorpresa, es lo bonito. Mi cara empezaba a romper la sonrisa anterior y a albergar menos esperanzas ya que este no era mi primer cumpleaños o navidad con él y ya conocía el desenlace.
- No, dime tú qué quieres porque no voy a comprarte una mierda que no quieras.
- Bueno lo que importa es la intención, no? ...

Volviendo al sábado por la tarde. Me escapé al barrio como os iba diciendo. Estaba contenta aunque no demasiado porque ya sabía lo que íbamos a hacer, ver el fútbol en un chino. A mí no me gusta el fútbol, pero a veces voy a verlo al chino con mi novio y sus amigos porque le gusta que yo haga acto de presencia, él dice que debo relacionarme y pasarlo bien con la gente.

El partido se acaba, nada fuera de lo normal. La gente se disipa poco a poco. Mi novio y yo acabamos en casa de su madre a cenar y a dormir. Informa a su madre de que mañana es mi cumpleaños.

Llega el domingo por la mañana! Es mi cumpleaños! Mi 30 cumpleaños! Ese al que no quiero llegar, el que odio porque me siento vieja, pero que al mismo tiempo me hace una gran ilusión.

Nos levantamos, no ha habido sexo ni la noche anterior ni la mañana ya que estamos en casa de su madre y no se puede.

Contenta me dirijo al comedor a desayunar, sola. Mi novio me ha dejado en la mesa, él desayunará después de ducharse. Su madre me felicita el cumpleaños. Yo me invento para mi misma que cuando salga de la ducha me dará su regalo y tendremos un desayuno juntos.

No ha habido regalo ni desayuno especial, leo una revista en la mesa. Sigo albergando esperanzas.

Llega el momento de marcharnos a casa de mis padres, donde nos esperan para comer el día de mi 30 cumpleaños. Nos marchamos, sin más, sigue sin pasar nada.

Cuando llegamos a casa de mis padres, el demente me hace entrega de una planta con una dedicatoria escrita en el plástico que la envuelve, me emociona, sé que lo ha hecho con su mejor ilusión. Mi hermana, la anoréxica a los cuarenta, me hace entrega de un collage sobre cartón. Son fotocopias recortadas de fotos de mi infancia. En el collage no sólo hay fotos mías, hay varias fotos, bastantes, en las que sólo aparece mi sobrino, su hijo, en una de ellas vestido de Papa Noel. No lo entiendo mucho, pero es un detalle. La agresiva-pasiva castradora, mi madre, sólo me dice hola. Aún a día de hoy no me ha felicitado ni obsequiado con nada.
La comida, una bazofia cocinada y organizada por la a-p-c (agresiva pasiva castradora), termina con un pastel comprado el jueves anterior que lleva una vela en el centro. La vela es un cero, un cero impreso en lo que imita la camiseta del F.C Barcelona, la reconozco, es la vela del 10 cumpleaños de mi sobrino, la que lleva el número 1 no la han puesto.

Disimulo las ganas de llorar mientras el demente saca fotos de mí y el pastel.

A día de hoy todavía no tengo regalo por parte de mi novio, ya no lo quiero, ya no es mi cumpleaños.

La vela llevaba impreso un cero. El cero.




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